Welcome home, sweet hell

Son las cinco de la tarde, aún no he comido. No quería que se me olvidara las sensaciones con las llego a casa. Normalmente, como hoy, los viernes salgo a las tres y tengo toda la tarde libre. He tardado dos horas en llegar hoy.
Vengo avergonzado y triste. Una persona yacía en las vías del tren de Leganés. Como siempre la gente comenta, que si es un suicidio, que si le han tirado… no lo sé, pero sí me importa que alguien ha muerto y lo que es peor, me importa que a la gente no le importe.
Cuando estás en un vagón atestado de gente y oyes los comentarios ante una situación como esta, comienzas a darte cuenta de hace mucho tiempo dejaste de pertenecer a la comunidad para aislarte, esto, por desgracia, ahora es normal. Me sorprendo por que he oído a la gente quejarse por llegar tarde a su trabajo, por que ‘un loco se ha tirado al tren y yo no tengo la culpa’. Esas frases con ira, con rencor, con odio, son debidas al miedo que tiene la gente, al miedo a perder lo que les queda y acabar en las mismas vías por las que están llegando tarde.
Llevamos mucho tiempo con esta falsa crisis, que nos afecta a todos, en mi caso, he tenido fortuna y la estoy sorteando como puedo. Así que consideraba que las demás personas corrían aproximadamente mi misma suerte, pasando por los charcos mojándose el bajo de los pantalones sólo. Iluso de mí, no estaba viendo que aún en el peor de los casos que me suponía, nuestra sociedad y nuestras cabezas estaban tan rotas…
Recientemente he vuelto a vivir al barrio donde he vivido la veintena, a la vuelta veo que bares, que nunca cierra un bar!!!, están cerrandos, tiendas de chinos cerradas, los chinos nuca cierran !!!. Esto no va bien…, ni en los cálculos más drásticos habría previsto esto, efectivamente estaba fuera de la realidad.
Quizás a muchos de los que lo lean, no les parezca extraño, pero al bajar del tren, los gritos de un muchacho de color me han llamado la atención. Estaba rodeado en una esquina por cuatro agentes de la policía nacional. Un chico de color cualquiera, con buena ropa. He oído y visto controles racistas, pero este me ha llamado la atención.
He podido ver como le devolvían la cazadora después de cachearla y luego su documentación, mientas él reclamaba que por qué le tenían allí si no había hecho nada.
No he podido más que quedarme mirando qué sucedía, no sabía qué hacer, pero al menos quería ser una mirada de atención a lo que sucedía frente al paso de decenas de personas para los que esta redada nunca ocurrió.
Tras entregarle su chaqueta y su documentación le ‘invitaron’ a marcharse , a lo que el chico les contestó que se iba a quedar ahí, aunque le llevaran a comisaría tal y como le estaban amenazando. La única creo, mi mirada, que en medio de la escalera observaba atentamente y que creo que al encontrarse con la mirada de otros agentes, generó una reacción de verguenza o miedo, por que nunca se sabe quien lleva una cámara…. NO he sabido qué hacer ni que decir pero creo que al menos he sido testigo de una situación por desgracia ahora común.

Así que después de casi seis años vuelvo a mi hogar, a mi segundo barrio, y me encuentro que ya no hay bares, que en Fuenlabrada se permiten redadas racistas y que la gente se suicida en las vías… ya no se si tengo hambre, pero lo que sí sé, es que hay que hacer algo. Aunque sólo sea escribir lo que he vivido para que no se pierda.

El problema es que esto, no ha acaba aquí.
Welcome home, sweet hell.


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